Pocas cosas mejores se me ocurren, que poder celebrar 100 años, y más con la vitalidad y energía de Rosita. Realizar una sesión familiar de 100 años, compartiendo recuerdos con cuatro generaciones y sentir la energía tan bonita que todos desprendían, fue un auténtico regalo como persona y por supuesto un privilegio como fotógrafo.
Cuánto valor tienen nuestros propios recuerdos!
Sin duda una de las sesiones fotográficas que más he disfrutado.
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